En calzadas andaban
nuestros días,
en tiempos de
secano, llovía,
en pleno abril,
sequía,
nuestra historia,
pura alegoría,
cada noche nuestro
imperio renacía,
por la mañana bajo
el sol se escondía,
entre sus sábanas
me perdía,
ni la brújula me
orientaba juraría,
ninguno de mis cinco
sentidos me decía
que sentir es el
mayor arma de un suicida.
Tantos caminos para
tan pocas salidas,
tantos siglos para
tan pocas vidas,
aprendí a jugar las
cartas en cada partida,
a pesar de ser
siempre el ganador que mas perdía.
Con cada batalla
descubría
que aun perdiendo en
Roma acabaría,
crucificado o en
buena vida,
en sendos casos
siempre firmaría
nuestro amor hasta
el final de mis días.
Todos los caminos
conducen a Roma,
pero no todos
conducen al amoR.
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